sábado, 17 de febrero de 2007

Cuzco, la ciudad de los Incas







La lluvia nos despertó esa mañana a orillas del lago Titicaca, en la Isla del Sol. Apenas cesaron las gotas desarmamos la carpa y salimos corriendo al puerto, donde el barco estaba a punto de zarpar rumbo a Copacabana. Viajamos en el techo del mismo y durante mas de la mitad del recorrido nos acompaño la lluvia que torno mágico el regreso.
En Copacabana tomamos un bus que nos dejo en la frontera con Perú, hicimos los trámites requeridos, nos cedieron 60 días y cruzamos caminando hasta llegar al primer pueblo peruano llamado Yunguyo a unos 3 km de la frontera.
Si no fuese por los trici-taxis que te acechan por donde estés, no te darías cuenta que estas en otro país.
Partimos rumbo a Puno en un colectivo ya que en Perú hacer dedo es igualo mas difícil que en Bolivia. En el trayecto un control aduanero detuvo a un pasajero del colectivo que llevaba un bolsa enorme de cocaína. El sujeto no ofreció resistencia.
Puno es una gran ciudad, principal puerto peruano del lago Titicaca. Posee una inmensa feria en sus calles donde hay lo que se busque.
De la Terminal caminamos hacia el puerto donde conseguimos un buen descuento para ir a conocer la Isla de los Uros. Estas islas están hechas de un “junco” llamado totora, que permiten que la isla flote.
Según dicen, los Uros comenzaron a vivir en estas islas para escapar a otras culturas dominantes de la época, como lo eran los Incas y posteriormente los Españoles. Dada la capacidad desplazamiento que poseen, pueden movilizarse por todo el lago. Además se encuentran, las conocidas mundialmente, balsas de totora, medio de movilidad que permite a los nativos llegar a la ciudad a comercializar sus productos, llevar a sus hijos al colegio, pescar , etc.
En la actualidad hay 35 islas, donde viven cerca de 1000 personas aproximadamente. Como toda cultura actual los Uros no pudieron resistir el avance tecnológico, poseen en los techos de sus chozas pantallas solares y como no una antena satelital para la infaltable tv.
Caminar sobre la isla es una agradable sensación, uno parece estar caminando sobre un fardo de alfalfa desarmado ( ¡¡¡que comparación mas gauchesca!!! ).
A la tarde tomamos un colectivo directo a Cuzco, a donde arribamos a las 5 am del siguiente día.
En la Terminal de Cuzco te acosan los hoteleros, los taxistas, los que venden pasajes de colectivos, los del quiosco y por supuesto, las empresas de turismo.
Conseguimos un hostal por 30 soles la doble con desayuno baño propio y lo más importante para este blogs, internet gratis.
Esa misma mañana salimos a conocer el centro de la ciudad, con su bellísima y tantas veces fotografiada Plaza de Armas, rodeada por dos imponentes Iglesias, la Catedral y la Compañía de Jesús, y donde todos los días a las 12 hs se realiza el cambio de guardia
Caminamos por sus angostas y empedradas calles, hasta toparnos con la famosa piedra de los doce ángulos, donde recibí 2 veces el reto de un guardia al tocarla, por que según él despertaba a los Dioses.
Si uno comienza a girar en circulo mirando hacia arriba comprenderá porque es tan bello Cuzco. Verdes y contorneados cerros encuadran esta histórica ciudad Inca, donde una vez el sol fue Dios.
A la noche festejamos nuestra llegada a Cuzco con un par de cervezas…solo un par.
Un nuevo día nos recibe con un sol que intentaba calentar el elido frío de tan alta ciudad. Compramos un boleto turístico, con el cual se pueden visitar 16 sitios, y salimos a conocer 4 de ellos.Para ello tomamos un bus que nos dejo a 8 km de Cuzco donde se encuentra Tambopata, también llamado el baño Inca, que es una ruina incaica hecha de piedra, donde se labraron un serie de canales por donde aun hoy discurre el agua. Caminamos hasta Puca Pucara, otro yacimiento arqueológico, el cual representa una especie de casilla de control o puesto de vigilancia en lo alto de un cerro.
Quenco, es una gran roca donde se cavaron túneles y santuarios, y en su cima yace una piedra de sacrificios y según dicen se puede ver la imagen de un águila, un puma y una llama (yo no los vi). Continuamos caminando hasta llegar al ultimo y más interesante yacimiento, Sacksayuman, una imponente ciudadela Inca que vista desde el aire forma la cabeza de un puma y Cuzco seria el cuerpo. Sus inmensas murallas que le permitieron por un tiempo detener el ataque español, están construidas por gigantescas piedras que pesan varias toneladas. En la ciudadela hay varias viviendas de diferentes tamaños y jerarquías. Frente a la ruina hay una gran roca llamada el Trono del Inca, y entre ambos se encuentra una gran plaza donde todos los años se realiza la fiesta conocida como Inti Raymi, para alabar al Dios Sol.

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