domingo, 4 de marzo de 2007

Bogotà







El sábado 24, tempranito, estábamos en la Terminal de la capital colombiana, bogota. Un muchacho de Bahía Blanca fue nuestro compañero hasta el centro, estaba haciendo el recorrido inverso por Latinoamérica.
Encontramos alojamiento barato, 5000 pesos, (2.2 dólares) a cada uno: “casa de la montaña”, atendido por un chileno, y repleto de malabaristas y artistas. Nuestro compañero de bahía blanca salio medio espantado.
La tesis de muchos de los que vivian allí, es vivir el instante, al día… encuentran gérmenes de arte en cualquier pedacito de calle, explotan en colores, sonidos y movimiento como un grito desesperado de ciudad y libertad. Postura desafiante y desnuda ante la vida. Hay quienes encuentran magia, momentos o cosas sagradas en cosas habituales que pasamos de largo, uno de ellos, músico y acróbata sobre telas, decreto que el mate es algo mágico de lo nuestro.
El primer museo que visitamos, tenia gran variedad de arte contemporáneo y moderno valiosísimo: Picasso, Bonet, Matisse, Dalí… artistas modernos latinoamericanos, el propio Botero (el mas famoso de aca, el de las figuras regordetas). Tratando de interpretar humildemente esa fiesta de figuras y formas nos pasamos como tres horas.
La biblioteca Luís Arango, es increíble por lo tomado que esta por la juventud, repleto.
Donde se encuentra música, libros, cine y sirve como lugar social mas que todo. Por supuesto se trata de otra escama de esta sociedad bogotana, los universitarios.
A la noche debutamos en el mundo de la salsa, por supuesto lejos de cómo lo bailan acá, porque estos colombianos hacen de los cuerpos uno, uno solito, como pez de aguas calidas, en movimiento, embrujo de sonidos, los cuerpos se conocen, se saludan, se comparten y empiezan a querer.
Nuestro Barrio de entonces se llamaba la candelaria, de antiguas casitas, calles angostas y muchos colores. Sin duda debe existir una legislación al respecto, lo mismo con la carteleria, que existe solo pequeñitos sobre las paredes, con el mismo diseño de letras en todos.
Cerca del palacio presidencial, cientos de comercios exhiben vestimenta y objetos militares a la venta, incluso los hay para niños, pequeños maniquíes sobre las veredas. Y en esta zona abundan los militares, en realidad por todos lados, por caminar por alguna de estas calles gubernamentales te revisan los bolsos y también en las rutas principales.
(pero hay que aceptar que no son milicos prepotentes, a veces hasta amables y la gente en general en Colombia lo es).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fascinante el relato sobre colombia. me dan ganas de estar ahi
y mas con mi amiga de cartagena. contame si estuviste en cartagena como es, como son sus playas y esa isla donde estuvieron.
suerteeee. papi del luchi

Anónimo dijo...

Pero qué lindo es entrar a esta página y sentir en parte que uno sigue viajando con el relato...
Que estén bien, Ana.