sábado, 21 de febrero de 2009

Mancora











Ya han pasado 2 semanas desde mi estadía en Mancora, una de las playas mas cálidas y con mejores olas del Perú. Su fama se viene acrecentando año tras año por los importantes campeonatos mundiales de surf que en ella se han realizado. Nos hospedamos en el hostal "sol y mar" donde el agua del mar era mas dulce que la de muestra ducha, esto llevo a que no me bañase durante los 4 días que me encontré en Mancora. Recuerdo con agrado los paseos por el mercado del pueblo, abriéndome paso entre frutas y todo tipo de chucherías que cuelgan de las pequeñas carpitas. Un almuerzo a 2 soles con 50 céntimos acompañaba la caminata, y por ese precio la diarrea estaba garantizada. Así fue como durante mi viaje de Mancora a Lima me pase peleando con los retorcijones de panza y los pozos de la ruta que hacían saltar del bus a pasajeros y mochilas. Si tengo que elegir lo que mas me agrado de Mancora tengo que decir que fueron los hermosos personajes que conocimos ( personajes en el termino lindo de la palabra ). Nos reencontramos con Pia, estudiante chilena de economía, que nos acompaño en nuestros días de Montañita. Una mañana nos encontramos con Florencia, cineasta a medio hacer, que volvía de un retiro chamanico en Tarapoto y se adapto a nuestro grupo como un varoncito mas ( así mismo se definía ella, que por cierto lejos estaba de eso ). Subimos una tarde al faro del pueblo a contemplar el atardecer, era una buena idea excepto por los mosquitos que se pusieron insoportables. Gracias a Flor conocimos a Antares, Chaman chileno que volvía de Pukallpa donde prepara sus medicinas para después viajar a su consultorio el Ecuador. Ya se habían convertido en un clásico de las tardecitas los partidos de ajedrez, donde se sumaron el que nos alquilaba la sombrilla, un tano mujeriego, un empleado argentino que trabajaba en una planta petrolera, y un chino loco que la acosaba a Florencia todo el día. Una tarde alquilamos una tabla de surf cuyo primer tripulante fue el arriesgado doctor Seco que parecía todo un profecional de las olas, sin embargo a las olas de Mancora se las debe respetar, su fuerza es grande y pegan duro, así fue como Mariano apareció pálido con un corte en el antebrazo y la quilla de la tabla rota. El diagnostico fue unánime: "!!!que boludo!!! te cortaste, te tenemos que coser." Luego de una pelea con el dueño de la tabla ( le tuvimos que pagar 50 soles por la quilla o nos mataban a piñas ) partimos rumbo al centro asistencial, el cual nos quería cobrar otros 50 para hacer 2 puntos de aproximacion. Indignados partimos rumbo a la farmacia, compramos los utencillos y lo cocimos sin anestesia al surfista malerido.




Así pase mis días en Mancora, junto al mar, con amigos, esquibando diariamente el hormiguero de motocards que te ensordecían con las bocinas y los gritos, tomando agua de coco, comiendo churros con dulce de leche, caminando por el mercado, contemplando la fuerza del mar...




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